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La "victoria" electoral de Mugabe puede ser su final

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afrol News, 16.03.2002 - Las sordas celebraciones por la "victoria electoral" del Presidente Mugabe no son accidentales. Provienen de tres fundamentales preocupaciones: vergüenza, 
la repentina comprensión de la magnitud del caos que había sembrado el partido durante los dos últimos años y con la que tienen que tratarse ellos mismos ahora, y como se explicarán las 
diferencias de las pautas que se siguieron entre las elecciones simultáneas a la presidencia y a las alcaldías. 

La manera en que Mugabe y el partido gubernamental, ZANU-PF, conducían sus campañas electorales hace pensar que intentaban causar los máximos daños antes de dejar el poder, de forma que cualquiera que asumiese la presidencia  llegaría a la tarea monumental de intentar deshacer el daño que había creado Mugabe y ZANU-PF.

Formaba parte de su estrategia que cualquiera que asumiese la presidencia sería incapaz de tratar la crisis creada por la administración cesante y que en las próximas elecciones parlamentarias de 2005, estará rechazado por votación por no tratar de una forma decisiva el caos dejado por ZANU-PF.

ZANU-PF, entonces, iba a mostrar ésto como una indicación del fracaso de su sucesor. También contarían con la gente que echa de menos el pasado cada vez que hay una crisis durable. Eso es lo que se ve en Somalia y en lo que se veía en la vecina Zambia durante la época de Frederick Chiluba. 

La oposición perdió estas elecciones porque, dentro de todas sus apelaciones al Tribunal Superior, olvidaron pedir a los tribunales la inclusión de los números de identificación de los 
votantes. Si hubiese una apelación, como hay por ejemplo en Mashonaland, se detectaría el fraude mediante la comparación de los números de las cartas de identificación con los de los talones. La ausencia de este requisito ha abierto un torrente de manipulaciones de los votos. 

La inclusión de los números de identificación siempre era un requisito antes de la nueva ley electoral. Esta rendija podría haber dejado unos estimados 70.000 miembros de las fuerzas uniformadas a votar más de dos veces, primero por votación postal y, segundo, en las áreas donde estaban asignados durante de la época de votar. 

Pero Mugabe no puede instar a la nación "convertir las armas en arados", tal y como fue su eslogan después de su victoria en 1980. Ni esta apelación tendría sabor alguno de sinceridad y, si lo tuviese, muy poca gente se movería por ello. 

El retraso en la reacción de Mugabe ante su "victoria" está también relacionado con como tendrá que tratar ahora con el asunto del control de precios. El control de precios era una cómoda plataforma de las campañas electorales, pero no pueden seguir impuestos porque las comodidades simplemente llegarán a ser inaccesibles si los precios son demasiados bajos, así que no es una forma viable de gestionar una economía. 

Mugabe y ZANU-PF habían esperado que una administración sucesora después de las elecciones tendría que remover el control de precios. Esta administración parecería sin corazón e insensitiva a los problemas de la mayoría de la sociedad. 

Pero ahora es ZANU-PF quien tiene que tomar la dolorosa decisión de confrontarse con la inherente 
falacia del control de precios y quitarse de ella, algo que será probablemente la primera promesa de las campañas electorales con que romperá ZANU-PF.

El dilema de ZANU-PF es que también tiene que preocuparse con el cierre inminente de más empresas. El gobierno no tiene la capacidad de asumir y gestionar más fábricas y empresas que tienen que cerrar a causa del ambiente hostil e ineconómico. Eso se ve por los resultados de la mayoría de las compañías paraestatales, que demuestran la incompetencia del gobierno en regir negocios. 

Mugabe ahora también tiene que enfrentarse al desorden criminal que ha aprobado y condonado durante de los últimos dos años, cuando dejaba a los llamados "veteranos" de la guerra civil y jóvenes militantes de su partido aterrorizar las zonas rurales. Será una tarea ver si tendrá el coraje de adoptar una actitud firme contra el desorden. 

Otro obstáculo que tendrá que superar es cómo obtener el reconocimiento internacional y la legitimidad del resultado de las elecciones presidenciales y embarcarse en medidas para crear confianza, ya que es tan clave para atraer inversiones extranjeras para el asunto crucial de tratar con la tasa de paro del 70 por ciento. 

Hay muchas tareas inmediatas con las que hay que enfrentarse y una de las más urgentes es el hambre que sufre la población del país. El que se lo guisa se lo come. Y Mugabe se lo ha guisado.

 

Fuentes: Prensa zimbabwa, MDC y archivos de afrol


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